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Ante el Plebiscito por la Paz en Colombia

El pasado 24 de agosto se firmó entre las FARC-EP -Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo - y el Gobierno colombiano, el acuerdo final para “la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. Este acuerdo pondría fin a más de 50 años de lucha armada entre los dos actores antes mencionados.

La guerra en Colombia fue la expresión de la obstrucción de las vías democráticas por parte del Estado en los siglos XIX y XX, de un pueblo que sufría, constantemente, los vejámenes autoritarios de una elite tenebrosa, y de la saturación de un pueblo que exigía el respeto a una vida digna. Fue todo esto y mucho más. Pero hoy este escenario se debe cerrar, es verdad que muchas de las dinámicas antes mencionadas siguen vivas hasta nuestros días, pero el pueblo colombiano manifiesta la necesidad del fin del conflicto armado como fuente y forma de construcción de una esperanza de transformación de un Estado que limita la manifestación libre y social. Las negociaciones entre las FARC-EP y el gobierno colombiano duraron, aproximadamente, 4 años, desde la búsqueda de los acercamientos a finales del año 2011, pasando por la firma que dio inicio a los diálogos formales el día 26 de agosto del año 2012, hasta el desenlace de la negociación el pasado 24 de agosto de 2016, día que se firmó el acuerdo final. En el trascurso de dichas negociaciones se debe hacer una mención fundamental al papel primordial de los gobiernos de Venezuela y de Cuba, los cuales lucharon contra viento y marea por la ilusión y la contribución de poner fin al conflicto armado interno en Colombia, que beneficia en primer momento al pueblo colombiano, pero que al mismo tiempo siembra una posibilidad de construcción de una América Latina: social, plural y democrática. Las negociaciones versaron en los siguientes puntos: a) Política de desarrollo agrario integral, b) Participación política, c) Fin del conflicto armado, d) Solución al problema de drogas ilícitas, e) Victimas y, por último, f) Implementación, verificación y refrendación. Tomando en cuenta algunos de los ejes fundamentales de reivindicación del pueblo colombiano, que deben servir como ejes fundamentales de luchas democráticas en el devenir del país. Si bien como se evidencia anteriormente los puntos de negociación versan en formas estructurantes de la sociedad, el gobierno aisló el dialogo de las formas de reproducción de la exclusión social cuando manifestó que el sistema económico no sería objeto de negociación y que tampoco se abordaría el tema de las fuerzas militares en el país; transformaciones de fondo, que deben ser el horizonte de esperanza del pueblo colombiano en el futuro cercano. Las negociaciones no recogen las aspiraciones de todo el pueblo colombiano debido a los limites impuestos por el gobierno y por el escenario de negociación, en cual no es el marco verídico de los cambios radicales que exige y anhela el pueblo colombiano. Las partes llegaron al acuerdo que la sociedad colombiana tendría la última palabra en la ratificación de los acuerdos llevados a cabo en La Habana-Cuba, manifestación por parte de la sociedad que se llevará a cabo bajo el instrumento de un plebiscito, “el plebiscito por la paz”, que tendrá lugar el día 2 de octubre del año en curso. El plebiscito se plantea como la herramienta que pueda brindar legitimidad social al fin del conflicto armado en Colombia, frente al cual una gran parte de la elite política y económica encabezada por Álvaro Uribe Vélez, manifiesta su interés por sepultar el proceso de negociación, bajo el temor de la reconfiguración del país y la posible apertura de escenarios democráticos, los cuales son la antítesis del autoritarismo y barbarie con la cual gobernó durante 8 años y sucumbió al país a los mayores magnicidios en la historia del país. Mientras que el gobierno colombiano en cabeza de Juan Manuel Santos manifiesta su interés por un si acrítico y pasivo, el cual cierre el conflicto armado y de alguna manera cualquier conflicto social, y a la vez legitime sus políticas neoliberales como la privatización de diferentes entes públicos, la expedición de un código de policía totalmente represivo, la imposición de un ideario económico de base financiero y extractivista que lesiona profundamente a las poblaciones y territorios en el país, entre otras dinámicas perjudiciales. Encontramos la manifestación de esperanza de los movimientos sociales y políticos de base en el país, que manifiestan el apoyo al cierre del conflicto armado, pero que diferencian de alguna manera que el sí al proceso no es un si al gobierno ni a sus políticas y que, aunque se conquistaron diferentes condiciones favorables y otras no tanto, el voto por el sí al fin del conflicto no es más que un puente de lucha y de dinamización por una nueva sociedad que pase del miedo a la esperanza. El pos-acuerdo abre un escenario de luchas y de posibles conquistas, en donde la sociedad colombiana debe frenar el interés de trasferir la dominación social por medio de la violencia física a la dominación por medio de la violencia estructural. Es el escenario en donde las múltiples resistencias pueden plantear una articulación con el fin de generar las transformaciones de raíz que tanto exige el pueblo colombiano. Ante el fin del conflicto armado en el país, como integrantes del CADTM-AYNA – Colombia apoyamos el SÍ CRÍTICO Y CONSTRUCTIVO al plebiscito por la paz con JUSTICIA SOCIO-AMBIENTAL, es decir, por una paz critica, activa y reflexiva en donde se dé paso a la configuración de una auditoría integral de la deuda pública como escenario democrático y en la cual el Estado se comprometa con el pago de la deuda histórica a los pueblos originarios como también a la sociedad de conjunto.

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