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QUITARNOS LA VENDA DE LOS OJOS, ES MOMENTO DE ACTUAR

La situación en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales se torna más preocupante cada día, después de la segunda caída del techo -el día 28 de octubre de 2013- nuestro edificio ha sido cerrado para hacerle diferentes estudios que posiblemente reflejarán el deterioro de la edificación y que por ende demora en su reforzamiento, ya que la caída del techo no fue algo alterno al estado del edificio sino que es el grito de desespero debido a la falta de financiación por parte del Estado y las malas gestiones por el lado de rectores, decanos y otras directrices administrativas, que hasta el día de hoy no se han manifestado contra las políticas neoliberales que pretenden desmontar la universidad pública, el servicio a la salud y demás servicios públicos.

Ya llevamos más de 15 días por fuera de nuestra facultad, siendo reubicados y desperdigados por toda la sede sin que esto quiera decir que las clases y la calidad que conlleva una de las mejores universidades de Colombia se hayan reiniciado. Se han tenido diferentes problemas con la reubicación de las clases en los salones alternativos, lo cual demuestra que la Universidad Nacional no posee un plan de contingencia. Diferentes clases no han podido llevarse a cabo ya sea porque los salones no existen, son oficinas o simplemente están ocupados por otro profesor. Pero no quiere decir que estos sean los únicos problemas, así mismo se nos han adjudicado salones que simplemente no tienen las condiciones que se requieren, como las salas de cómputo, afectando así de paso a los compañeros de otras facultades que reciben servicios de ellos o salones que más parecen comedores públicos que aulas de clase, o al estar repartidos por toda la sede caemos en una travesías imposibles ya que debemos recorrer de palmo a palmo la universidad teniendo como límite de tiempo unos escasos minutos entre clases, lo cual genera el recorte de las clases contiguas.

Sobre el tema se han dado muchas soluciones, primero se dijo que debíamos dar tiempo a la facultad para que nos reubicaran dentro del campus de la universidad, se desarrollaran los estudios sobre el edificio y se encontrara una solución al problema del mismo, y se nos ampliara los días o semanas perdidas por el siniestro. Después de la reubicación, que ya hemos comentado anteriormente, se dio una indignación generalizada entre los estudiantes y entre una pequeña parte de los profesores por la cual se planteó desde una parte de la asamblea el cese de actividades como estrategia de presión contra las directivas ante la cual la comunidad académica se dividió en dos posiciones: por un lado, aquella que sostenía que el cese de actividades debía ser una manifestación de la inconformidad de los estudiantes a la reubicación, que no prestaba ninguna garantía para el desarrollo normal de la academia y la calidad que representa la Universidad Nacional y que no se podía culminar a como diera lugar el semestre sin tener en cuenta el problema de fondo que es la desfinanciación de la universidad y la estrategia de la privatización de los derechos públicos como son la salud, educación y demás servicios que presta el Estado, por lo que no se podía confiar en que las directivas, impuestas por el Estado, iban a ser condescendientes frente a nuestra problemática, al ser ellas las que cancelarían el semestre por la falta de garantías; y por otra parte, la que sostiene que al dictaminar el cese de actividades por parte de los estudiantes se nos cancelaría el semestre y por ende perderíamos el dinero de la matrícula y la manutención del mismo, que no podíamos dar pie a que las directivas de la facultad se fundamentaran en la determinación del cese de actividades para dar la cancelación y la pérdida de los avances, en cohesionar a los estudiantes y la propuesta jurídica que se lleva a cabo por parte de un grupo de estudiantes, la cual a pesar de representar una opción no puede esperarse a que sea la única solución, puesto que las resoluciones de acciones de tutela, en nuestro actual ordenamiento jurídico, se ven enfrentadas al principio constitucional de sostenibilidad fiscal, lo cual impediría un fallo positivo que beneficie a la comunidad universitaria. Manteniendo así las precarias condiciones en las que nos encontramos mientras el semestre se cae por su mismo peso de contradicciones.

Al final de la asamblea se dividió el auditorio en dos polos sin tomar una decisión y dando lugar a que el grueso de los estudiantes abandonara la asamblea. Debido a que el auditorio era requerido para otras dinámicas académicas, la asamblea se traslada al Edificio Manuel Ancízar y los pocos estudiantes que continuaron llegaron al acuerdo de tomar una semana como plazo para la reubicación digna y con las garantías para terminar el semestre en proceso, pero entraríamos en una semana de agitación interna en las clases con lo cual no se daría al cese de actividades pero tampoco se desarrollaría ninguna calificación mostrando así la desavenencia a la reubicación tan precaria a que nos ha postrado la administración. Ese mismo día por la tarde los profesores en una reunión, llevada a cabo en el Complejo Casa Gaitán, comunicaron la decisión apoyar y ratificar la determinación de los estudiantes, pero dejando libertad para que cada docente decidiera si se acogía o no dentro de esta.

Dentro de estas dos estrategias respetables, también encontramos a estudiantes y profesores que valiéndose de las mismas, ponen su interés individual y egoísta por encima de los intereses del grueso de los estudiantes al no acatar las decisiones de las asambleas sacando notas e imponiendo trabajos sin importarles ni fomentar el debate sobre la problemática de la facultad y la universidad; esto pareciera que solo fuera impuesto por los profesores, pero a su vez se evidencia en la aceptación por parte de los estudiantes. Así mismo, hay profesores y estudiantes que al tratar de dilatar la discusión del cese de actividades utilizan el discurso de que al decretar la asamblea permanente los estudiantes se alejarán de la universidad y así decaerá el movimiento para exigir las reivindicaciones necesarias, pero nosotros quisiéramos plantear unas preguntas, ¿decretando la normalidad académica, los estudiantes tendremos tiempo para movilizarnos o nos acostumbraremos a la sumisión que nos ha impuesto este modelo económico?, ¿a los estudiantes nos importa la universidad como centro de reflexión y creación de una mejor sociedad o sólo como una institución de aprendizaje para poder salir a vender nuestra fuerza laboral al mejor postor, sin tener una posición crítica y ética de la sociedad?, ¿a los profesores les interesa la universidad y la transmisión de conocimiento crítico o sólo piensan en su trayectoria y su mensualidad económica?, ¿las directivas representan las exigencias de los estudiantes, profesores y trabajadores o representan las políticas del gobierno que al no poder privatizar la universidad, recrudece la desfinanciación para que esta se caiga por su propio peso como pasó con el techo de la facultad?.

Creemos necesario observar las dinámicas objetivas de los acontecimientos, la caída del techo no es un problema aislado a la problemática de la universidad, y tampoco la universidad, como institución pública, está aislada de las demás prestadoras de servicios públicos, como es la salud la cual se le pretende infringir una reforma aún más lesiva para terminar con la salud “gratuita” o al menos asequible a la población colombiana. Pero nosotros en vez de unirnos para luchar por la educación, la salud y demás servicios públicos, que nos unen como comunidad, solo miramos nuestra posición privilegiada y desde ella trazamos estrategias que nos beneficien individualmente, pero que en el discurso pretendan recoger a una parte de la sociedad. Es hora que nos quitemos las vendas de los ojos y dejemos de pensar como individuos y nos pensemos como sujetos de una comunidad, la cual está siendo asesinada, explotada, oprimida y despojada. Esta es la hora, ojala y no se nos haga tarde la vida para luchar por nuestra dignidad y que este lunes podamos tomar una decisión que sea acatada y que vaya en contra de los planes viles del Estado y administrativos que al fin y al cabo lo mismo son, y que pretenden acabar y mercantilizar cada aspecto de nuestras vidas.

“Si en la vida hemos escogido la posición desde la cual podemos trabajar más por la humanidad, ninguna carga nos puede doblegar, porque son sacrificios en beneficio de todos; entonces experimentaremos una no pequeña, limitada, egoísta alegría, pero nuestra felicidad pertenecerá a millones, nuestros hechos se vivirán calladamente, pero por siempre por el trabajo, y sobre nuestras cenizas se verterán las ardientes lágrimas de la gente noble.” Karl Marx

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